Neurodidáctica: Para aprender es necesario emocionarse
El
aprendizaje, tal y como lo conocemos, está basado en la acumulación de
conocimiento y la capacidad de memoria que se testea en un examen.
Todos los que hemos ido a la escuela
conocemos este proceso. Esta metodología tiene su origen en el ágora griega
donde los sabios transmitían su conocimiento a sus alumnos. Estudios
recientes se cuestionan si es realmente efectiva y buscan nuevas fórmulas para
la docencia.
Eric
Mazur es profesor de Física Aplicada en la Universidad de Harvard y en sus
inicios daba las clases tal y como las había recibido: transmitiendo oralmente
conocimientos. El nivel de satisfacción de sus alumnos era alto y obtenían muy
buenos resultados académicos. Aún así, Mazur se cuestionaba el grado de
efectividad de sus clases y empezó a investigar el proceso de aprendizaje
cambiando el planteamiento de problemas y acercándolos a situaciones más
reales. “Su conclusión fue que el método expositivo era insuficiente porque le
convertía en un mero transmisor de información que comprometía el aprendizaje
real de sus alumnos”.
En 2010 un equipo de investigadores del
MIT de Boston colocaron un sensor electrodérmico durante una semana entera a un
estudiante para medir la actividad de su cerebro. Resultó que la actividad
cerebral era prácticamente nula tanto si estaba en una clase magistral como si
veía la televisión. Esta experiencia reforzó la hipótesis de Mazur sobre la
poca efectividad del receptor pasivo.
El neuropsicólogo infantil y Director
del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos, José Ramón
Gamo, afirma que “El cerebro necesita emocionarse para aprender”. La
neurodidáctica se basa en la investigación científica y su relación con los
procesos de aprendizaje. Propone “un cambio de metodología de enseñanza para
sustituir las clases magistrales por soportes visuales como mapas conceptuales
o vídeos con diferentes apoyos informativos como gráficos” pero sobretodo apuesta
por el trabajo colaborativo: “El cerebro es un órgano social que
aprende haciendo cosas con otras personas”.
La Neurodidáctica respeta el
proceso que sigue la actividad cerebral durante el aprendizaje: la
motivación, la emoción, la atención y la memoria. Teniendo siempre presente la
plasticidad neuronal y la experiencia que supone aprender. El centro
de todo este proceso es el alumno, no el profesor.
La neuroplasticidad cerebral es la
cualidad que tiene nuestro cerebro de cambiar las conexiones sinápticas, y al
hacerlo éstas almacenan nuevas informaciones. En Bioneuroemoción sabemos que el
aprendizaje puede ser recreado de forma virtual. Por eso es tan importante
aprender a observar. La visualización de una situación viviéndola con
emoción permite cambiar estas conexiones neuronales por otras nuevas, y esto
nos libera.
En el libro El Obervador en
Bioneuroemoción, Enric Corbera nos dice: “El Universo cuántico es muy sensible
a las emociones, pues estas poseen una fuerza descomunal capaz de mover estados
mentales y fisiológicos de nuestro cuerpo físico. Lo que NO nos
emociona no existe en nuestra memoria y en nuestro mundo mental”.
En un acompañamiento en Bioneuroemoción
el cliente puede tomar conciencia de que sus percepciones le permiten cambiar
sus creencias o deshacerlas mediante un desaprendizaje. Si cuestionamos
lo que vemos, si somos capaces de reaprender, podemos cambiar nuestra realidad,
y nuestro cuerpo lo reflejará como un estado de salud física y mental.
Somos seres emocionales: vivimos nuestras experiencias y
las guardamos en nuestra memoria consciente o inconsciente gracias a la emoción
que acompaña a todo acto y a toda vivencia.
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